El mar ya oscuro:
los gritos de los patos
apenas blancos.
Por Matsuo Batsô
(1644- 1694)
Traducción de Octavio Paz, Eikichi Hayasihiya
Hermoso. Pero, por si se quiere saber más, por ejemplo...
¿Qué es un haiku?
Abordaremos la pregunta desde dos puntos de vista: En cuanto a la expresión, un haiku (o haikai) es un poema breve de aproximadamente 17 sílabas,
que suelen estar organizadas en 3 versos (5-7-5). El haiku no tiene título ni rima en japonés, su simplicidad es tal que podemos prescindir de signos de puntuación y mayúsculas; de alguna forma, se parece a lo que decimos hablando. En concordancia, en el haiku abundan los sustantivos: Es una forma poética predominantemente nominal, de expresión sencilla y concisa. El término haiku es, sin embargo, relativamente reciente, pues el primero en emplearlo es Shiki en el siglo XIX.En cuanto al contenido, "haikai es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento", nos dicen los poetas japoneses del siglo XVII.
El poema suele tratar de la naturaleza, de la realidad, de lo percibido por los sentidos. El haiku clásico es una apreciación directa de un acontecimiento, a menudo trivial, que llama la atención del poeta (haijin, o persona que escribe haiku), el cual lo espiritualiza y eleva por encima de su pequeña trascendencia. La fuente de inspiración para el poeta puede ser un monte, un arroyo, la vegetación o el clima. En todos los casos, el haiku está impregnado de un fuerte sentimiento de estación: primavera, verano, otoño, invierno y Año Nuevo, concepto este último muy tradicional y con connotaciones propias en la tradición nipona.El haiku ha permanecido durante siglos íntimamente relacionado con la cultura japonesa, al igual que otras formas poéticas propias como los tanka (waka), sedôka, chôka, renga (canción encadenada) o, primitivamente, los katauta. Más allá, comulga y se relaciona indisociablemente con ese grupo tan característico de tradiciones niponas centenarias como la ceremonia del té, el arreglo de jardines, los bonsáis, el arreglo de flores (ikebana), la caligrafía o las artes tradicionales (pintura, música, teatro...).
Esta ligazón tan fuerte con la tradición japonesa no ha impedido el conocimiento y posterior adopción del haiku por parte del mundo occidental, y su consideración definitiva como género poético abierto y universal. H. G. Henderson teoriza diciendo: "El haiku puede ser de muchas clases, grave o bullicioso, profundo o superficial, religioso, satírico, triste, humorístico o encantador; pero todos los haiku dignos de tal nombre son documentos de momentos cumbre -más altos, al menos, que el llano circundante-. Y en las manos de un maestro, un haiku puede ser la esencia concentrada de la poesía pura". Chamberlain también tiene palabras maravillosas para definir el haiku: "Tragaluz abierto un instante sobre un pequeño hecho natural, resplandor súbito, sonrisa formada a medias, suspiro interrumpido antes de ser oído". El estudioso del Japón André Bellesort dedica unas palabras al significado del haiku: "Exactitud disfrazada de ensueño; poesía de resplandores y de escalofríos; pequeñas chispas que comunican a los sueños vibraciones infinitas; preciosos abanicos que, en el mismo instante en que se los despliega y se los cierra, hacen pasar ante nuestros ojos el milagro de un gran paisaje..."
Ciertos cineastas rusos han querido ver una relación directa entre el haiku y el cine, una semejanza en los fundamentos de ambas artes cual es la observación directa de un suceso insertado en el tiempo. El mismo Eisenstein cita en sus obras teóricas varios haikus. Un cineasta como Andrei Tarkovski, a menudo tachado de críptico y oscuro, nos deleita con observaciones apasionadas sobre el sentido último del haiku: "El lector de un haiku tiene que perderse en él, como en la naturaleza, tiene que dejarse caer en él, perderse en sus profundidades como en un cosmos, donde tampoco hay un arriba y un abajo...". "Con sólo tres puntos de observación, los poetas japoneses fueron capaces de expresar su relación con la realidad. No la observaron simplemente, sino que sin prisas y sin vanidades buscaron su sentido eterno...".
Luís Corrales Vasco
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