VENGANZA
Se armó de paciencia. Y como la paciencia es tiempo a favor, la hora y el día se presentaron: un químico al que correspondió con sus carnes de manera más que generosa y una pócima para administrar conforme a los deseos de venganza originados en fecha y lugar que, tras tomar la decisión de defenderse, no venían al caso.
Además, como no deseaba un final acelerado, ni deterioros que obraran un fatal desenlace luego de creciente decrepitud, aguardar a fin de hacer irreversible lo perseguido iba a ser una virtud tan eficaz como el mismo líquido ponzoñoso obtenido para humillar al hombre egoísta, soberbio, altivo y siempre bien pagado de sí mismo, que la condenó al ostracismo desestimándola continuamente.
Aquel tipo, su marido, necesitaba una lección, un escarmiento que no olvidara jamás.
Así, tras años de bien ganado prestigio, fundamentado en una imagen que resultaba probatoria de lo que suponía su presencia social e intelectualmente, notó como el encanecido cabello de cráneo y rostro, ese matojo albo y brillante, el mismo que le confería una cierta venerabilidad, empezaba a ennegrecerse.
Era el fin de sus canas y de todo lo que había supuesto el triunfo existencial conseguido. El provecto caballero, respetable, sabio aunque sin altar ni cátedra, amenazaba ruina paradójicamente renovado y en trámite de regeneración.
Por eso, pidió auxilio a la siempre callada mujercita con la que contrajo matrimonio años, muchos años atrás. Ya se sabe, en la desesperación o cuando truena, válganos Santa Bárbara, oremos de rodillas al Dios que siempre negamos o…
-¡Cariño, estoy rejuveneciendo! ¿Cómo es posible? ¿Quién me envenena?
-Pero cielo, ¿no te alegra volver a los veinticinco? Logré la receta y conseguí los ingredientes adecuados de la papilla que vienes tomando diluida para que regresaras a encontrarte con tu primera edad y, de este modo, tal vez, también, te reencontraras conmigo: la esposa que fue novia y antes hembra a seducir. Ahora de nuevo eres y serás joven, vigoroso, emprendedor…
-¡¡Socorro!! ¡¡Ayúdame!! ¡No dejes que vuelva a ser un niño! Me matas de por vida…
-No, no morirás, pero más te valiera cariño, más te hubiera valido.
Se armó de paciencia. Y como la paciencia es tiempo a favor, la hora y el día se presentaron: un químico al que correspondió con sus carnes de manera más que generosa y una pócima para administrar conforme a los deseos de venganza originados en fecha y lugar que, tras tomar la decisión de defenderse, no venían al caso.
Además, como no deseaba un final acelerado, ni deterioros que obraran un fatal desenlace luego de creciente decrepitud, aguardar a fin de hacer irreversible lo perseguido iba a ser una virtud tan eficaz como el mismo líquido ponzoñoso obtenido para humillar al hombre egoísta, soberbio, altivo y siempre bien pagado de sí mismo, que la condenó al ostracismo desestimándola continuamente.
Aquel tipo, su marido, necesitaba una lección, un escarmiento que no olvidara jamás.
Así, tras años de bien ganado prestigio, fundamentado en una imagen que resultaba probatoria de lo que suponía su presencia social e intelectualmente, notó como el encanecido cabello de cráneo y rostro, ese matojo albo y brillante, el mismo que le confería una cierta venerabilidad, empezaba a ennegrecerse.
Era el fin de sus canas y de todo lo que había supuesto el triunfo existencial conseguido. El provecto caballero, respetable, sabio aunque sin altar ni cátedra, amenazaba ruina paradójicamente renovado y en trámite de regeneración.
Por eso, pidió auxilio a la siempre callada mujercita con la que contrajo matrimonio años, muchos años atrás. Ya se sabe, en la desesperación o cuando truena, válganos Santa Bárbara, oremos de rodillas al Dios que siempre negamos o…
-¡Cariño, estoy rejuveneciendo! ¿Cómo es posible? ¿Quién me envenena?
-Pero cielo, ¿no te alegra volver a los veinticinco? Logré la receta y conseguí los ingredientes adecuados de la papilla que vienes tomando diluida para que regresaras a encontrarte con tu primera edad y, de este modo, tal vez, también, te reencontraras conmigo: la esposa que fue novia y antes hembra a seducir. Ahora de nuevo eres y serás joven, vigoroso, emprendedor…
-¡¡Socorro!! ¡¡Ayúdame!! ¡No dejes que vuelva a ser un niño! Me matas de por vida…
-No, no morirás, pero más te valiera cariño, más te hubiera valido.
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