jueves, agosto 06, 2009

SED


Agua de colonia siquiera, te pido, fuera cáliz de dolor como aquel de Getsemaní y lo apuraría igual, pues arde mi garganta y el vórtice al que me conducen las toxinas de tu envenenado amor, engaño que sufro tras creer que deseabas compartir conmigo el éxtasis de tu donosura, concluirá succionándonos a las mismas puertas del infierno. Sí, porque tengo pase para dos y vendrás conmigo, me acompañas a los predios de Belcebú si sucumbo privado, al menos, de la riada salina que brota en el carnoso manantial de entre tus muslos…

Luego se dio cuenta que no podía ser. La réplica era en exceso barroca, demasiado literaria si se imagina en voz de un desesperado. Un tipo a punto de perecer que encañonaba a su víctima y posible salvadora- desnuda y magnífica en el cenit de su turgencia- a quien dispararía sin remordimientos, habría de ser parco, frugal… Así pues, hizo pedazos el manuscrito condenando su tarea a lo que propusiera la jornada siguiente. Acto seguido, sin oposición es cierto, regó su gaznate con un trago y, luego, volcando la sustancia alcohólica en la ofrecida boca de la mujer que lo aguardaba, realizó con ella un coctel de saliva y aguardiente cual solo se sirve en los lechos de sudor y rabia.

No hay comentarios: