lunes, agosto 10, 2009

DE TRES EN TRES


Las tortugas de jardín se ejercitan cuando no las vemos. Van de tres en tres, lucen colorines en el caparazón pero sin dorsales ni distintivos de empresa que las patrocine. Lo difícil es contagiar el entusiasmo por las carreras de quelonios a quienes desembolsarán contentos una parte de lo que estimen apropiado para promocionarse, puesto que, el solo hecho de figurar en los caparazones como industrias o profesionales que respaldan tales actividades, es una publicidad buena, responsable, atractiva y eficaz. Tanto es así que, sumarse al esfuerzo de quienes lograron superar un día a la intimidadora y veloz liebre de campo, hace simpático el gesto y conlleva magníficos resultados en caja. Luego, también es verdad, como las testudines dichas dan rienda suelta a su inspiración cual atletas de elite solo en caso de indiscutible ausencia humana y todavía no se ha editado un diccionario millonario- tortuga/ tortuga- millonario que sea de verdad un texto al servicio del buen entendimiento entre reptiles y humanos, peligra el éxito final de un empeño que permitiría la supervivencia de una tradición como existen pocas.

En fin, como a ellas les queda todavía un buen tramo antes de llegar a meta, continúan las conversaciones y siguen sentados a la mesa de negociaciones tres lagartijas, un sapo y el director general de márquetin para asuntos invisibles o floración de dinero negro por mácula de chapapote, sobra uno para mus y juéganse las barbas al póker.

Gana la tortuga gris por un cuello- pico.




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