martes, agosto 11, 2009

DEL GRIAL Y SU REVERSO

Nunca cuando te sirven la copa fatal, también la de garrafón cual es norma entre los viejos pellejos de la hostelería y entre los chiquilines al otro lado de la barra- se marea el vino con agua y el alcohol, que ya marea de por sí, pierde vida hasta el bochorno a fuerza de ser desnaturalizado- nunca, digo, contemplas el influjo y mezcla de lo que acabará contigo. Quien desea tu fin obra conforme a la añeja costumbre de evitarle a la inmediata víctima un embarazoso espectáculo, inconveniente que se sumaría, sin necesidad, a los estertores agónicos que sufren en circunstancias así. Y por eso, porque no lo vemos, tomamos cicuta cual si fuera una delicia gentilmente servida. Quien bien te quiere te hará llorar, se dice. Tanto como para pedir un brindis en homenaje a ti y celebrarlo con inusitado calor. Más aún si esos cariños son súbitos, ceremoniales y vistos por quien te ejecuta en primera línea de barrera. Por eso, buscamos en cada trago de honor un sucedáneo de los prodigios esperados de ingerir una ambrosía contenida en el vaso sagrado, en el Santo Grial. Lo pretendemos incluso a sabiendas de que el riesgo es que nos escancie una gota sita en el reverso de ese recipiente.

Conviene pues, desconfiar… O no. Total, uno fallece cuando toca. Eso sí, quienes se juegan el existir a la ruleta rusa empecinadamente, recibirán su bala. Seguro.

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