jueves, agosto 20, 2009

TODOS CON TODAS Y TODOS Y VICEVERSA (y 2)


De modo que, o la Gripe A acaba infectándonos por millones, o las agarradas entre oriente y occidente propician que estallen la madre y el padre de todas las guerras o… o se emprende una loca carrera para conseguir el entendimiento universal: que no están mal las prisas si se llega a tiempo. Ahora bien, respecto de esto último, yo miro hacia las tribunas del mundo y nada me tranquiliza. Me río de la ONU, los gobiernos hace mucho que comenzaron a defraudarme y en las escaleras de vecinos, en las escaleras de vecinos, no encuentro mejores ecos que los de quienes saben, conocen y callan. De los que, dicho en “román paladino”, guardaron silencio como putas. Aquellos encantados de sí mismos, como hicieron ver al ser interrogados por la prensa, al tanto del horror y la tortura que venía produciéndose en el domicilio de una familia valenciana, exponente de tantas otras en España y notoria por el crimen que el pasado día 17 de agosto de este 2009 cometió, en la persona de su marido, la mujer del muerto. Cobardes, digo, a los que la justicia, que tendrá que dilucidar si lo acontecido fue, como parece, acto de legítima defensa, debiera mencionar, señalándolos como ejemplo de lo que no procede- en qué quedan sino los Jesús Neira de la vida, aunque sean pocos- a la par que pronunciarse a favor de una serie de principios de natural observación, mérito, gala de nueva ética y naciente humanidad. En definitiva, un panorama de lo más inquietante. Y si a esta perspectiva le sumamos el porvenir antes expuesto, vamos, de la era de los pisos de treinta metros cuadrados, al periodo de la estrechez: menos de medio metro para cada criatura bípeda y acreditada como del género sapiens, semejante al espacio hábil en uno de esos ascensores “tú y yo”. Un tiempo que, si hay que hacer caso a las históricas inclinaciones humanas, tendencias fatales, merecerá el nombre de edad de la contracción o de los volúmenes absurdos: días de indignidad y pendencia, fechas para batirse con espadas laser y lograr, mediante la oportuna estocada, un nicho vertical en el paraíso… ¿Soluciones? Pues, miro, no me gusta lo que veo, y besar, lo cierto es que, besar, continúa pareciéndome un brillantísimo, triunfante, dulce y emocionante camino hacia donde nos propongamos. Un camino de amor y de gozo, también hacia el final: no nos desangremos, por tanto, los unos a los otros, y perezcamos mejor, ya que de eso se trata- envenenados o a montones- mediante la gran orgía final que tanto monta, monta tanto la del quinto “ce”, como los del primero derecha… o izquierda, no sea que la vayamos a tener.

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