miércoles, agosto 12, 2009

AUTORRETRATO UNO


Mi vida en el espejo es una vida breve. No sé lo que haré dentro del azogue cuando no estoy, pero me sorprendo atendiéndome sin falta, aunque me contemple sin aviso previo. El caso es que mi aparición al otro lado de la pantalla de plata comienza y concluye con el mismo gesto: el de peinarse. Entonces manejo la barra dentada para agrupar lo que me gustaría fueran blanquecinas guedejas- de mechón solo tienen el tono de cal dicho- y, sin grandes esfuerzos eso sí, alineo hacia atrás toda la pelambrera y la fijo con abundante agua. Sé de mi rostro por fotografías, instantáneas que lograron otros y que bien pudieran no parecerse a la realidad. Puedo decir que unos días me trato de mister Wells- Orson- otras respondo al apellido Heminway y diríase que ambos son un clon de mí mismo. Esto no quita que desee pasar inadvertido y use otras identidades, como Pessoa pero más llenito- gordo- de aspecto. Y, bueno, como solo hablamos de la fachada, triunfan mis ojos en un sesenta y ocho por ciento, mi sonrisa en un setenta y tres, coma cinco y mi rostro en general o teniente general. Cumplí cincuenta y ya voy para abajo: allí nos encontramos.

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