sábado, septiembre 09, 2006

ASUNTOS DE ALTURA


Así que los más altos son listos como para aburrir, más que nadie. Una conclusión que parece relacionada con el triunfo de la selección española de baloncesto ganadora del campeonato del mundo en Japón y, ahora también, designada como nuevo Premio Príncipe de Asturias del deporte 2006, y refrendada por los estudios científicos que ha publicado la NATIONAL BUREAU OF ECONOMIC RESEARCH, entidad privada estadounidense que acogió los trabajos de Christina Paxxon y Anne Case, investigadoras de la Universidad de Princeton, Nueva Jersey. Y es así contando con que sea cierto lo que leo publicado en el periódico LA RAZÓN de 27 de agosto: “A una edad tan temprana como los tres años (...) y a lo largo de su niñez, los niños más altos tienen un desempeño mejor en las pruebas cognoscitivas”. Luego, según aseguran las autoras del estudio, “Las personas más altas tienen más probabilidades de ser elegidas para ocupaciones mejor pagadas que requieren más habilidad verbal y numérica y mayor inteligencia, por lo que obtiene buenos ingresos”... De modo que, no solo es más probable la entrada de un camello por el ojo de una aguja que sea un rico quien entre en el Reino de los Cielos, sino que si es alto, aquí lo pasará de fábula pero, llegado su fin, tiene pasaje asegurado a los altos hornos de Pedro Botero. Lo digo como único consuelo para los que, como un servidor, están escasamente dotados para hacer un enceste alzando los brazos por encima del aro, lo que se conoce como un mate siempre sin olvidar la terminología baloncestística tan de moda... Porque, abundando en los datos que la información servida en origen por la Agencia Efe, el análisis de marras sostiene que “los que son diez centímetros más altos, ganan un diez por ciento más de media, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos”. Y esto es una discriminación genética que, dados los avances científicos más notorios, llevará aparejada, en breve tiempo, la pretensión de muchos padres a fin de lograr una descendencia, guapa, rubia y de una estatura no inferior a la talla de cualquiera de los titanes que puso en juego “Pepu” Hernández para triunfar. Todos querrán tener un Gasol en sus vidas, ya no un Alonso, ni un Nadal, nada, ni mucho menos apetencias de “Raúles, Ronaldos o Ronaldiños”. Que los ahora dichos ganen millones, a pesar de lo no demasiado que se alzan sobre el suelo, se entiende porque la ciencia callaba lo que ahora ya pone de manifiesto. Ser alto es un atributo que merecerá el beneplácito social o, como decían en uno de sus divertidos cuentos Les Luthiers, “el éxito y el aplauso inmediato”. No en vano, el delantero irlandés que cosió a goles, ayer miércoles, a la selección de Luis Aragonés, la de fútbol, es un espigado muchachote que bien podría pasar por pívot en otras modalidades deportivas: que los del balonmano también son campeones del mundo y bastante altos... En fin, malos tiempos para la lírica y para los liliputienses o casi, no digamos: si acude a una oposición o a un concurso televisivo y sus rivales son personas de altura, no lo dude, lo mejor es abandonar. Vale más muerta que sencilla pero, ya se sabe también, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te entiendo perfectamente, mi altura jamás me permitió hacer un mate y eso que jugaba a baloncesto y saltaba lo que podía...

Sólo me queda como excusa que en la otra vida se reencarnarán en cositas chiquitas y bajitas.
Y tendrán que saltar como yo para coger latas del último estante.
Un saludo
Rosalía.