miércoles, septiembre 06, 2006
NACIONALISMO SÍ O SÍ
El martes cinco de septiembre Herrera Carlos solicita a la audiencia de su programa matinal en Onda Cero, durante la hora de la misma, que telefoneen para relatar casos, curiosidades, anécdotas y todo lo que deseen relacionado con la materia de estudio que aparece en los libros de texto de los escolares españoles. Sin ánimo de reproducir lo que las personas al habla fueron poniendo de manifiesto, queda claro, de inmediato, algo que ya se sospechaba: a mayor o menor ultranza, en cada Comunidad Autónoma se establece una prioridad excluyente que prima lo regional en detrimento del común al que llamaremos estado. Se conocen los riachuelos, aldeas, héroes de la patria, maravillas artísticas, arquitectónicas y pintorescas del territorio de residencia de los estudiantes, casi absolutamente al margen de los méritos y particularidades de todos los demás en España. Digo que hay datos que llaman mucho más la atención que otros, pero son escasas las iniciativas de enseñanza que no medran ideológicamente ocultando, tergiversando o mintiendo acerca de la realidad geográfica, histórica y política que lo son de la península, islas y ciudades africanas. Así es muy difícil que nos podamos poner de acuerdo. Si los niños crecen con certezas distintas, con carencias abismales e incomprensibles, aún dentro de una misma lengua con apreciaciones distintas, ¿podrán entenderse, salvo en aquello que responde a la comunión ancestral del orgullo de tribu aún en pie, como latieron de Finisterre al cabo de Gata los súbditos ciudadanos de Su Majestad Juan Carlos Primero gracias al éxito del equipo nacional de Baloncesto? Porque hasta que se autorice la participación internacional oficial a las selecciones deportivas autonómicas, existirán fenómenos de comunión general como la que se ha vivido luego del triunfo en Japón por los dichos doce que entrena José Vicente “Pepu” Hernández, un gran profesional: más tarde, lo dudo. Ocurre con esto, con ciertas manifestaciones religiosas- siempre, sobre todo, que se oponga a otra confesión- y ahí queda todo. Desde luego no me extraña que a los más jovencitos los que peinamos canas hasta en el carnet de identidad, les parezcamos reliquias que debieran permanecer en un museo. A la conocida incomunicación intergeneracional se suma ahora la imposibilidad de cotejar la vida a causa de la estanqueidad de lo que conocemos. Por lo tanto, si es cierto ya que en una escalera de vecinos solemos comportarnos como extraños, seremos extranjeros al fin en la cola para comprar el pan, al medio día en la taberna, en los parques y a la salida del cine. Tal vez sea por eso que no entiendo nada de lo que dicen "Zetapé" y "MariaNo", y la integración de los muchos que por tierra mar y aire llegan a esta esquina de Europa me parezca titánica tarea sin visos de llegarse a producir nunca. De las babeles posibles es una de las más idiotas que se nos podía ocurrir. La "babelia del nacionalismo", la que en vez de contribuir con su diferencia a la casa común hace uso de la misma para alzarse absolutista.
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