lunes, septiembre 11, 2006

EN PRESENCIA DE EXTRAÑOS


Ahora no recuerdo bien el dato, pero se refiere al número de divorcios que se registra en España por minuto. Que sean tantos o tan pocos se valorará de muy distinta manera, pero, quizás, lo más relevante sea conocer las causas de tales desenlaces. Escucho que se apela a la ruptura de lo cotidiano y al aumento del tiempo en el que los esposos pasan juntos. Es decir: durante las vacaciones, con mucho tiempo por delante para estar con el otro, y con los hijos, con la familia o con los amigos, se fragua el principio del fin para toda pulsión sentimental. Contradice esto aquellas opiniones que designan como perniciosa la adicción al trabajo... O no. Porque, si extremar la convivencia- aumentar la frecuencia de tiempo que los amorosos pasan juntos- origina todo tipo de obstáculos para que una relación perdure, las circunstancias personales que obligan a dilatar el momento de coincidir, también culmina con el fin de lo que se daba: se produce el receso definitivo por incomparecencia, y las personas dichas que se prometieron hasta que la muerte los separase, de alguna manera mueren puesto que terminan separándose. Predomina lo adverso y diríase que toda unión, llámesele matrimonial o no, está abocada a sufrir enormes riesgos de colapso. Conflictos que suceden a los casados al confrontarse con bienes reconocidos y deseables de la sociedad, convertidos en inconveniente desde que dieron por resuelta la viabilidad de su trato. Y no es que a los solteros no les pasen estas cosas, sino que se exponen mucho menos a los efectos de las mismas por razones obvias... Por lo tanto es mala política considerar que los episodios puntuales, los propios del idilio, en el que todo es y resulta maravilloso, cual se dice “de cuento de hadas”, son el referendo de un futuro para dos que pretenden se sucedan los años en compañía. La vida es otra cosa mucho más complicada que obliga a dedicación esfuerzo e inteligencia, y adoptar decisiones tan importantes fiándolo todo a periodos paradisíacos de la existencia, es un modo de vivir, quizás respetable, pero que luego no debe dar lugar a lamentos renegando de las intromisiones familiares, clamores con los que se señala la hartura que produce la muy egoísta descendencia o parapetarse en el bien de los amigos para realizar todo tipo de ajustes de cuentas. Se dice que la principal y a lo mejor única causa de divorcio es el mismo matrimonio y este mes de septiembre es propio para trazar raya y hacer cuenta nueva, así que, si bebes no conduzcas, al comprometernos, de acuerdo con todo lo dicho, es preferible saberse beodo: es menos triste aducir trastornos etílicos como disculpa a la hora de desdecirse, que reconocerse en presencia de extraños al comparecer cara a cara con aquel o aquella a los que se dice amar y el tiempo es tiempo para estar juntos al fin.

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