Pareciera que la noche tiene miedo.
O es el frío el que la obliga.
O quiere esconderse
pues se refugia en el embozo
y aguarda al acecho.
A qué si no, esa espesura,
fronda tersa e impenetrable,
bosque evanescente
dentro del cual aúllan
las lunas de todos los cuentos.
A qué si no este baile de nubes
a mis pies humilladas
propias de un relato fantasmal
del que ni soy personaje
ni me concierne.
Pues mi paso es firme y sosegado
como el de aquella jornada
caminando sin ti,
alejándome de tu regazo
más alazán que sauce.
Día en el que todas las mujeres
resultaron ser Eva,
todas se mostraron como Venus:
menudas, gráciles, anforinas,
silvestres o cultivadas.
Todas fúlgidas y hermosas
porque rezumaba yo, contagiosamente,
tu presencia
y la alegría que eres
tornaban las horas en sol.
Y esta noche de cavernas sin entrada ni salida
digo tu nombre
y un faro de luz en mi boca
hace mi paso firme y sosegado
cual me sé sin urgencias.
Y en este tránsito invernal
sin otras damas, espejos o musas,
igual es la pulsión de aquel día
que late en mí como tú lates
llamando a las estrellas ocultas por la noche.
3 comentarios:
Daba una vuelta por aquí, y me encontré este precioso poema.
La noche invita a traer las mejores sensaciones a la memoria.
Un saludo
Tremendamente nostálgica. Muy buena poesía.
Tremendamente nostálgica. Muy buena poesía.
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