sábado, febrero 03, 2007

DEL APOCALIPSIS SEMINAL Y OTROS FLAGELOS


Es en ausencia de toda credibilidad que se hace el pregón. Por lo tanto es falsa la noticia según la cual, las gónadas de los varones españoles en edad de procrear, deban someterse a las pruebas político- sanitarias que confirmen el grado de nacionalismo independentista, predominante en aquellas notorias de tal manifestación, conforme a las tasas de testosterona propias y al “RH” condicionado por simpatía ideológica. Los espermatozoides españoles, tal y como ha verificado el Instituto de Reproducción Cefer, es verdad, son cada vez más y más lentos. Y tanto es como estoy contando que, en el caso de persistir las circunstancias causantes de la ralentización dicha, engendrar nuevos hijos de la patria tiene como fecha de conclusión el año 2067… No el 2066, ni el 2068… Pero, vamos a ver, sin dar lugar a malos entendidos: bastaría declarar en voz alta ante los micrófonos de la Ser, frente a las cámaras de “La 4”, o de tal forma que se entere algún avispado redactor de El País, la desafección íntima que se experimenta hacia la españolidad por imperativo legal adquirida, para obtener automáticamente la baja en la lista de “huevones” nacionales. No vayamos a confundirnos. Que no es lo mismo el líquido seminal de un español convencido que el esperma de un español obligado a ser español. Los primeros saben que traer un hijo al mundo es una tarea ímproba. Sobre todo porque lograr la concesión de unas ayudas económicas cual las que se ofrecen por vástago- o vástaga- en la Unión Europea, en el mejor y más deseable de los casos, el de mayor rentabilidad, traería aparejado dedicar varias vidas al empleo ininterrumpido de la coyunda. Y esto, aunque se parece a un futuro de solaz lozanía idéntico al acontecer laboral de ese pene- elefantiásico y rey del porno, don Nacho Vidal, y suponer toda una carrera de placer, constituiría, a poco que se piense, un hartazgo por saturación verdaderamente imposible de evitar. Y así no puede ser. No puede ser e incide en el desinterés de la célula sexual masculina por toda diligencia. Sin embargo los españoles que deseen ser solo gallegos, o vascos, o catalanes, o de la República Independiente de Almendralejo, lo tienen fácil, muy fácil. Nada les va ni les viene en esta batalla. Sufren otro estigma intolerable y la autodeterminación antes explicada es urgente a fin de su propio alivio… y el de sus testículos. Podrán de esta forma, bien cómoda por cierto, desvincularse de una catalogación sólo aplicable a quienes hacen constantes méritos para que se les otorgue: los del PP. Por lo tanto, como atender a los medios de comunicación afines al gobierno- siempre que se advierta que se es de la cuerda progresista- es similar a comparecer ante la ventanilla de la administración para bien, óbrese de manera que se despejen todas las dudas y así sea… Así, salvo en casos como en el de ese galán maduro y actor, don Carlos Larrañaga, no sé si español de los unos o de los otros, pero recientemente padre a sus sesenta y nueve años. Porque, manda huevos y los del ínclito prócer precisamente: hace dos días cuestionando el egoísmo de una mujer al acceder a técnicas de fertilidad para lo que llega a mentir acerca de su edad, empeñada en ser madre y consiguiéndolo a los casi setenta años, y se presenta aquí el de los tegumentos inquietos y nos de una lección de paternidad hacia la senectud que deja en pañales a la antes mencionada. ¡Sí señor, padre y abuelo abuelísimo! ¡Con un par! Si es que en irresponsabilidad y ruindad paren hembras y dan para parir machos a todas horas y por igual. O iguala que dirían las feministas de Córdoba

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