lunes, febrero 12, 2007

HABLABA Y HABLABA


Al reencontrarme con la pieza de Max Aub que se leerá, recordé a una amiga, famosa por sus excesos verbales: digamos por sus capacidad para emitir sonidos hablados de forma continuada. Y se de alguien que va a leer esta narración y procedera con gran cariño a ofrecer saludos de mi parte a la aludida. Seguro que sí...


HABLABA Y HABLABA...


Por Max Aub



Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

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