FANTASMA
POSTRE SAGRADO
POSTRE SAGRADO
Qué más da. Me siento a la mesa en Pascua. Las torrijas, incluso sin canela, deleitan. Tampoco llevan vino, pero siento un sopor... Veo, no sé con qué ojos, la raíz de la mandrágora. Risas… Estimulante en grandes dosis y, en cierta cantidad, incluso venenosa. “¡Pecador!”, me dicen antes de…
EL DIABLO DIJO NO
Muerto soy. Asciendo en un elevador a oscuras. Con la luz sé de mi falta: el Cielo se ubica más arriba. Satanás atiende personalmente mi caso pues ingreso como sacrílego. Regreso al mundo sin sustancia. Condenado a molestar a mis semejantes como Líder de la Oposición por no demasiado malo.
FE DE CANDIDATO
Tantos años habitando el cuerpo mortal de hombres y mujeres enseñan que este mundo es irrecuperable. Lucifer dictó sentencia y, mil por media maldad, quedé como trasunto de político candidato al “trono”. Eso sí, me pintaran de rojo o de azul, sólo logré la unanimidad, silenciosa, en los cementerios.
TRIUNFO PROFESIONAL
Harto de penar por todo el orbe, solicito el cese como espíritu itinerante. Tiempo después, durante una reunión urgente en las oficinas centrales de Altos Hornos del Averno, gracias al voto de calidad del presidente, Richard Belcebú, fui admitido al fin en el infierno: desde entonces estoy en la gloria.
EL DIABLO DIJO NO
Muerto soy. Asciendo en un elevador a oscuras. Con la luz sé de mi falta: el Cielo se ubica más arriba. Satanás atiende personalmente mi caso pues ingreso como sacrílego. Regreso al mundo sin sustancia. Condenado a molestar a mis semejantes como Líder de la Oposición por no demasiado malo.
FE DE CANDIDATO
Tantos años habitando el cuerpo mortal de hombres y mujeres enseñan que este mundo es irrecuperable. Lucifer dictó sentencia y, mil por media maldad, quedé como trasunto de político candidato al “trono”. Eso sí, me pintaran de rojo o de azul, sólo logré la unanimidad, silenciosa, en los cementerios.
TRIUNFO PROFESIONAL
Harto de penar por todo el orbe, solicito el cese como espíritu itinerante. Tiempo después, durante una reunión urgente en las oficinas centrales de Altos Hornos del Averno, gracias al voto de calidad del presidente, Richard Belcebú, fui admitido al fin en el infierno: desde entonces estoy en la gloria.
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