A la memoria de José Luís Coll.
Algo se quiebra dentro del ser, al menos a mí me sucede, cuando la emoción aflora. Late el sentimiento y el lagrimal, duela o alivie, mana cual afluente que se sorprenderá siendo río al poco. Yo digo que la belleza en grados de intensidad sin cuantificación, pues a cada uno incumben los propios límites y medidas, hace daño. Todo lo llena, hace rebosar los sentidos y la grieta es desgarro. Mas, cual obra tantas veces la naturaleza, el llanto es un arco iris que nos reconcilia con lo más humano de la humanidad, en el mejor sentido de las palabras. Y sostengo que los payasos, los cómicos, la gente capaz de zarandearnos porque saben que en algún lugar de nosotros mismos se aloja una mariposa de humor que habrá de escaparse por entre nuestros labios, quienes nos hacen reír, merecen respeto, admiración y gloria. Mejor en vida, pero si se fueron, esperemos que no porque sería admitir el olvido, para preservar su compañía, el nombre y la virtud de sus actos, nunca puede dejar de rememorarse lo que supusieron en la historia de los nacidos de vientre de mujer. Éstos como los prestidigitadores, conocen el camino que han de transitar para hallarnos desprevenidos y nunca declararán su secreto. Incluso conocen como repetir el sortilegio para resultar igual de hilarantes y felices: tanto como para amenazarnos con ello y rendirnos muertos de risa a sus pies. Por eso les amamos. No con el agobio quinceañero que se nutre de la histeria, sino con la pública inclinación de cabeza, saludo que pudiendo interpretarse como de pleitesía es honor a uno de los que promueven la bondad también tras su deceso… Sé que gestos así ya no se llevan, pero es que quien redacta es muy antiguo… El caso es que, pueden tanto, que, algunos no se ciñen a una especialidad determinada. Su arte es magnífico sea por escrito, mediante el lápiz de dibujo, de viva voz en la radio, de medio cuerpo o de cuerpo entero filmados para aparecer en la pantalla grande o universales estrellas popularizadas por la televisión. Pueden tanto que, pintados o no los rostros, basta que cambien el gesto para que nos entristezcamos con ellos o, siempre, nos detengamos a reflexionar pensando que además lograremos el premio de una nueva enseñanza. Pueden tanto que, aunque murieron los Marx, Cantinflas, Bob Hope, Jack Lemmon, Mihura, Jardiel Poncela, Charlie Rivel, Fofó, Tono, Gila y Tip, Luís Sánchez Polack, su compañero de tantos años, ahora, desde alguna tribuna en esa otra vida que no se sabe pero que podemos imaginarnos, José Luís Coll hará una demostración para demonios y tropas celestiales reproduciendo cualquiera de las carambolas de las que gustó sobre las mesas de billar y sujetará con sus manos una jarra y un vaso presto a traducir del francés “macarrónico” tan habitual en los discursos del genial Tip, las instrucciones para llenar el recipiente pequeño con el agua contenida en el grande. Todo antes de salmodiar a una con el “enorme” valenciano: LA PRÓXIMA SEMANA HABLAREMOS DEL GOBIERNO.
1 comentario:
Muchas gracias por la referencia a mi abuelo. Un saludo.
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