martes, junio 13, 2006
APRENDER A CONVIVIR
Es el título del nuevo libro que ha publicado el filósofo José Antonio Marina. Aún no lo he leído pero me imagino que, como toda su bibliografía, será un tratado de conocimiento al que merecerá la pena dedicarle parte del tiempo que destinamos a progresar. Y me llama mucho la atención saber que coincidimos en algo, hoy elemental a mis ojos y, sin embargo, meridianamente impracticable para muchos ciudadanos y ciudadanas. Dice el profesor Marina que, a pesar del amor, el futuro de una relación de pareja, aún cuando sea mucho el amor que puedan tenerse dos, se dilucida conforme a la capacidad para convivir que determinen como propia quienes participan en un proyecto cual este de vivir reunidos. Son episodios que van por caminos separados y que conviene sean uno solo. Eso, si es que se quiere culminar con éxito aquello que se inicia porque los "enamorados" encuentran en sí y entre ambos, lazos de afecto y pasión que bendicen su existencia. Porque el amor no garantiza más que el propio amor. Compartir espacio, costumbres, obligaciones, deberes, derechos y ocio, por ejemplo, no viene necesariamente aparejado con los gozos del romanticismo. Se beneficiará de todo lo bueno que implica, pero que dos personalidades “casen”, es algo más que decir te quiero. Se necesita voluntad y aprendizaje. Es decir, tiempo y paciencia. Ganas de apercibirse, sosiego para atender las demandas y preocupaciones del otro, sinceros propósitos de negociación- algo que entraña ofrecer y renunciar- capacidad para ser humilde y hábitos de donación que sean sustanciosos. Y no hay que dormirse en los laureles en cuanto se advierten los primeros frutos del “trato” al que aludo. La convivencia es, como el amor, tarea que exige cuidado diario. Amanecer y emplearse con el amor cual si de estreno fuera y recordar lo consolidado de la convivencia como bien que debe ser patente además de sumar posibilidades a fin de enriquecer lo particular de cada uno y enriquecernos... Pero, cual si fuera asunto de magia o la ciencia infusa de las emociones y los sentimientos lo pudiera todo sin tener que obrar, muchos abordan una relación de pareja ausentes de preocupación pues están seguros de un “maná” que, al final, puesto que pertenece a la ilusión tan solo, trae inconvenientes y hambre... Es lo que me parece, pero lean el libro de José Antonio Marina y saquen sus propias conclusiones.
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