domingo, junio 18, 2006

CLARO DE LUNA

Acabó el XV Maratón de los Cuentos de Guadalajara. Gran éxito, como siempre, a pesar de los imponderables del clima, e inolvidable ocasión para compartir escuchando y proponer desde la modestia y la imaginación. Como quiera que en esta ocasión la LUNA fue principal protagonista, y quien sugiere se lea lo que seguirá, disfrutó además de una luna de sol durante esos días, una luna de fuego y alegría llegada del Levante mejor, de Wilfredo Carrizales...

Claro de Luna.

Cuando el emperador murió, Claro de Luna, la concubina imperial principal, se encontraba en el interior del harén. En una intriga palaciega fue proclamado el nuevo emperador. Claro de Luna conocía la suerte que le esperaba: el destierro a la región fronteriza occidental.Claro de Luna decidió actuar. Mata a su pequeño hijo de dos años y le corta manos y pies. Acusa a la nueva emperatriz de infanticidio y la obliga a suicidarse. Luego, ayudada por los eunucos guardianes del harén, envenena al emperador.Con una audacia extraordinaria y una ambición incontenible se proclama emperatriz: tiene cuarenta años y todavía su belleza se mantiene incólume. Gobernará durante cuarenta y tres años, apoyándose en los eunucos de palacio, fomentando la corrupción entre los generales y dando rienda suelta a su lujuria y a su ninfomanía. organiza su propio serrallo con jóvenes y bellos mancebos, seleccionados y traídos desde todos los confines del imperio. Se venga, utilizando cualquier medio, de la dominación machista confuciana.Cada vez que la emperatriz sentía decaer su potencia sexual acudía al "Monasterio del Caballo Blanco" y allí, bajo el efecto de poderosas drogas afrodisíacas, se entregaba a rituales orgiásticos con el abad y los neófitos.Moribunda, en su lecho de inminente muerte, rodeada por una caterva de temerosos eunucos, pide que le traigan al abad. Pero éste yace decapitado a la entrada del palacio. La emperatriz recuerda con sentida nostalgia que una vez se llamó Claro de Luna.La emperatriz emite su postrero quejido; sus ojos quedan semicerrados. Los eunucos se prosternan y comienzan a dar pavorosos alaridos.Entra en tropel un grupo de guardias armados. Con cuerdas de seda estrangulan a los eunucos de forma rápida. Luego, proceden a quemar el aposento.El gobierno de la concubina imperial que se atrevió a ser emperatriz, queda reducido en cuestión de horas a cenizas malolientes, despojos y un inolvidable terror.

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