jueves, junio 08, 2006

MORIR O NO A LOS TREINTA

Las autoridades iraquíes y el Alto Mando del ejército estadounidense que invadió Irak, aseguran que, uno de los más importantes líderes terroristas, AL ZARQAUI, llamado "El Carnicero de Bagdag", murió tras un bombardeo en operación conjunta de las fuerzas armadas de ambos países. Como alguien dijo en una tertulia esta mañana, la muerte nunca es deseable, pero la desaparición de alguien que no duda en matar u ordenar el asesinato indiscriminado, es un gran alivio. Dicho esto, una propuesta literaria de quien esto redacta, un cuento...


MORIR O NO A LOS TREINTA

Tres meses pasaron, tres tan sólo, desde que cumplió los treinta y la conclusión a la que llegaba, tras reflexionar acerca de algunos hechos que se estaban produciendo, era del todo inquietante: le quedaba poco tiempo de vida. En su barrio las esquelas que notificaban la muerte de muchachos de su edad o escasamente mayores proliferaban y tal suerte no podía sino corresponder al mal fario de la parca, “quizás de gira” por aquellos andurriales.Convencido de perecer en cuanto le tocara y de que eso no podría tardar, seguro de la imposibilidad de aplazar su deceso viajando a otra ciudad o región- nunca se sabe dónde se habrá citado con uno la de la guadaña- optó por obrar del modo contrario.

Desde ese instante deseó su propio fin a todas las horas del día. Proclamó ante compañeros, familiares y amigos lo mucho que ansiaba dejar los fastos de este mundo y regresar a las entrañas de la tierra. Incluso, mediante cualquiera de los medios de comunicación que se conocen, tecnológicos o no, envió mensajes a la que habría de venir para llevarle, exigiendo su inmediata expiración...

Sin embargo, al cabo del tiempo y a pesar de lo mucho que periodistas y televisiones de todo el mundo fueron a visitarle, a sus ciento noventa y dos años, puesto que jamás reunió el coraje necesario para hacerse siquiera un rasguño, ambicionaba, cual nadie podría concebir, un tajo en la garganta que sirviera para amortajarlo después con todos los certificados médicos y jurídicos a los que diera lugar un fallecimiento...

Se aburría, se aburría como dijo Borges que debe ocurrir en el caso de producirse eso a lo que llamamos vida eterna.

Y la muerte en paradero desconocido.

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