Era exactamente como lo soñó. Así, puesto que nunca quiso saber de otros haciendo realidad sus sueños. Y, como en sus sueños, la sociedad con Mari Pili, la hembra madre de todas las del burdel PERIQUITAS, dónde Bonifacio Gómez, el portero suplente del Rayo Zapardiel, bebió hasta emborracharse: tanto como para que sus arterias rezumaran orujo. Como en sus sueños el agua sucia que mezcló con los tragos isotónicos que tomaba el arquero titular antes de iniciar la segunda mitad de cada partido. Y, como en sus sueños, descartado Gómez antes del encuentro por coma etílico, con diarrea inexplicable “atrapalotodo”desde hacía diez minutos, ahora en el ochenta y cinco de la segunda mitad, castigados con un penalti que él mismo provocó, llegaba el momento de la verdad. Si lo paraba, como en sus sueños, la afición perdonaría el placaje que le hizo al delantero centro rival: bastaba un empate para lograr el campeonato. Y, si lo paraba, que lo iba a parar, estaba convencido, Clotilde la hija del presidente del club, no se le resistiría más. Fue entonces cuando el árbitro pitó para que se lanzara la pena máxima.
“Claro que paré el penalti, claro que lo paré, pero no pienso bajarme de aquí. Ni que me lo pida usted ni el capitán general de los bomberos. Y si cada vez que se me caiga el balón no me dan otro, o viene Clotilde, o me tiro”
Al final le convencieron y aceptó abandonar el campanario desde el que se asomó haciendo malabares como hacen las estrellas del fútbol cuando posan para las cámaras de televisión. Clotilde, acompañada de Gerardo ya recuperado de sus molestias intestinales, acudió al hospital para celebrar con Bonifacio los triunfos del equipo, pues la muchacha no acababa de decidirse por uno de los dos. Y él, confundido porque sus sueños, como la duración de un partido, concluían cuando el “trencilla” hacía sonar su silbato por última vez, se supo fuera de juego.
jueves, junio 29, 2006
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