Durante este mes salen madrileños a todos los lugares de España, pero yo no los reconozco. Están aquí por las matrículas de sus coches, lo sé, y porque la compañía que celebro y espero propia hasta que me haga definitivamente viejito así me lo asegura. Vienen muchos a este levante alicantino y los decibelios de la vida han aumentado cual si fuera permanetemente día de mercado. De modo que, tales circunstancias hacen propicia la pieza que sigue ahora. Porque. eso sí, para regresar a Madrid siempre hay tiempo.
CAFÉ GIJON
Por Juana Vázquez Marín
Su realidad tenía fiebre
estaba enferma
le pesaba la hostilidad de lo nuevo
y se había quedado acostada en un rincón del domingo.
A pesar de las suturas del espacio
y de que la había nacido la voz como un arco iris
algunas palabras estaban sordas
y perseguían la alucinación sonora
en la fuerza que tienen las cosas para ser.
Había recibido muchas veces jaque mate de la vida.
No más que un traspiés en el umbral del poema
y podría regresar a la nada
de la que salió apenas unas líneas atrás
agarrada al vocabulario.
Pero no
se echó los cabellos hacia atrás
sonrió y entró en el poema por la puerta de lo real.
Pide un wisqui
toma un sorbo
mira profundamente al camarero
le dice ¡yogurín!
pregunta por la cuenta
se mete las manos en los bolsillos
paga y deja propina.
Después sale del tugurio para entrar de nuevo
por la puerta del Café Gijón.
Su expectativa se había confirmado…”era”.
Poema inédito.
Publicado por lasafinidadeselectivas en 6:25
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