LA GOOSA
Antonio J. Morata (Elmo)
Los pasajeros del magnetobús gritaron al descubrir la goosa, oculta en la oscuridad entre dos farolas. El incauto peatón que les devolvió los aspavientos desde la acera iba hacia ella sin advertirla. La gelatinosa criatura no perdonó. Le atenazó las piernas, derribándole, y lo envolvió fatalmente.
El interior insonorizado del vehículo había hecho inútiles los gritos de advertencia y, al circular en automático, los viajeros desfilaron frente a la horrorosa escena contemplándola, pero incapaces de hacer nada.
Fue entonces cuando estalló en ellos el terror, comprendiendo de golpe los gestos urgentes del desdichado peatón.
La goosa más enorme, repugnante y amenazadora que jamás vieran estaba en la trasera del magnetobús, retirándose pulposa de la rejilla por la que había entrado.
Avanzó lentamente, con apetito...
2 comentarios:
Salud, desconocido compañero de escribanías. ¡Qué bien suena cuando se lee eso de ALASALAMAR! Precioso...
Seas quien seas, gracias por rescatar en tu blog este minicuento pobre y escaso. La verdad es que se engrandece cuando se le arropa con tanto cariño como el que le has dado.
Agradecido, nos leemos,
Elmo
Salud, desconocido compañero de escribanías. ¡Qué bien suena cuando se lee eso de ALASALAMAR! Precioso...
Seas quien seas, gracias por rescatar en tu blog este minicuento pobre y escaso. La verdad es que se engrandece cuando se le arropa con tanto cariño como el que le has dado.
Agradecido, nos leemos,
Elmo
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