jueves, abril 06, 2006

EL BOSQUE Y LAS HADAS

A algunos les parecerá que no es bueno apartarse de una misma línea de contenidos, pero prefiero el eclecticismo. Por eso...


EL BOSQUE Y LAS HADAS

Por Raquel Baeza i Díaz
Primer premio del I Encuentro Interescolar Premio Biblo Escritura y Vida.23 de abril de 2004, Sant Joan d'Alacant.


No hace mucho tiempo, en un bosque mediterráneo sucedió algo muy extraño. Estaba contaminado, porque las personas cuando iban a comer no recogían lo que habían tirado.
Los animales estaban muy preocupados porque de un momento a otro el bosque se quemaría, los cristales hacían de lupa y se prendería.
Entonces decidieron hacer una reunión en el alcornoque milenario. En la copa estaban las cigüeñas blancas, en las ramas altas lo hicieron el águila calzada, el ratonero y el milano común. Aprovechando los huecos del tronco, en los altos estaban juntos los murciélagos, en los medios las jinetas, los grajillos y el pito real, y en los bajos los linces. Decidieron que alguien tenía que representarlos y el más adecuado era el conejo. Fue a buscarlo la cigüeña ya que era un buen animal para negociar.
Las mariposas y las libélulas revoloteaban entre Ablabia, Alseides, Demetre y Driades, que estaban contemplando desde la terraza del hongo donde vivían, el hermoso paisaje de los morados almendros del valle que estaba debajo del bosque donde ellas tenían su casa. Aprovechaban que Enida estaba cuidando de Cleta, para hablar de la extraña enfermedad que tenía su hermana por causa de un maleficio.
Cleta que era el hada de la belleza, la gracia y la alegría, estaba cada día más triste y apagada. Sus hermanas le regalaron una esmeralda que es un repelente que se utiliza para ahuyentar el descontento.
Pero como otras pócimas que prepararon con lilas, tomillo, zarzas, romero y lentiscos no funcionó, y la más pequeña de las hadas cada día enfermaba más.
De repente, se pegaron un gran susto, porque no esperaban la visita del conejo, pusieron en marcha sus preciosas alas color arco iris y enseguida desaparecieron. El conejo empezó a llamarlas diciéndoles que no se asustaran, que venía a darles un recado de los animales del bosque. Y les contó lo que les preocupaba. Ellas fueron inmediatamente a verlos. Cuando llegaron vieron la catástrofe, producida por la contaminación.
Ablabia empezó a ponerse muy nerviosa, ya que era el hada que representaba la incontaminación, y pidió que sus cuatro hermanas se reunieran para buscar una rápida solución.
Llegaron a la conclusión de que los achaques de sus hermana Cleta, estaban muy unidos con la enfermedad del bosque. Alseides era el hada que le gustaba asustar a las personas que no respetaban el bosque, y planificó cómo serían las bromas-ataques que les harían a los que no respetasen el bosque.
Cuando llegó el domingo, los campistas llegaron al bosque y sin pensárselo dos veces, prendieron una fogata. Las hadas movieron sus hermosas alas, e invocaron al espíritu del agua, para que cayese sobre la fogata. El fin de semana siguiente, los domingueros volvieron a atacar al bosque tirando unas latas al suelo, ellas movieron sus alas, e invocaron al espíritu del suelo y las latas empezaron a dirigirse hacia los campistas como si fueran piedras que alguien las tirase.
El bosque empezó a tomar fama de estar encantado, pero un día llegaron unos busca fósiles, que estaban arrancando los Ammonites que había en los cortes de tierra. Ellas les pusieron polvo de sus alas en los bolsillos donde se guardaban los fósiles, empezaron a pesarles, hasta que se les cayeron los pantalones y no volvieron más por allí.
Enida les dijo a sus hermanas que si iban a casa a ver cómo estaba su hermana Cleta, pues hacía muchos días que la dejaron al cuidado del conejo. Decidieron que Enida fuera a visitarla, pero vino con malas noticias, pues su enfermedad iba para más, no se reía ni con los chistes que le contaba el conejo.
A las pocas semanas después, apareció una niña en el bosque, estaba recogiendo las bolsas, las latas que los visitantes habían tirado. Las hadas al mirarle sus grandes ojos marrones, vieron que era una niña que cuidaba el medio ambiente. A la tarde siguiente, volvió al bosque a recoger más suciedad, así durante una semana, hasta que decidieron hablar con ella.
Al día siguiente se le aparecieron, ella se asustó pero las hadas le dijeron que no se azorase, que sólo querían hablarle. Alseides se posó sobre las rizadas y oscuras trenzas que se había peinado la niña. Le preguntaron que si quería ser la guardiana del bosque y ella dijo que sí.
Leukar que era como se llamaba la niña, iba todos los días a limpiar un poco, pero todos los lunes se ponía triste, porque los domingueros volvían a ensuciar lo que ella limpiaba. Un lunes, ya no podía más y se sentó en una piedra a llorar desconsolada, y las hadas fueron a ver qué le ocurría.
Leukar les contó a las hadas que estaba muy cansada y el bosque cada vez estaba peor. Las cinco hermanas, le dijeron que su éxito era siempre trabajar en equipo y le aconsejaron que eso mismo podría hacer la pequeña guardiana.
Al día siguiente Leukar les contó a sus compañeros su problema y todos decidieron ayudarla, y formaron el equipo de «Rescatadores medio-ambientales».
Se dividieron en grupos, los estrategas, espías, informadores y todos serían limpiadores.
Los estrategas eran Leukar, Yazmín, Lidia, Carlos, Ylenia, Carla, David y Edu. Eran los que organizaban las tareas y qué cosas tenían que hacer para que la gente se enterase de que había que respetar al bosque y al medio-ambiente en general.
Los espías, eran Leticia, Sara, Belén, Gloria, Carmen, Clara, Abel, Paco, José María, Cristina I., Cristina N., Arturo, Miguel y Lucía. Eran los que averiguaban quiénes pensaban ir a hacer picnic al bosque, para saber con cuántos problemas se encontrarían.
Los informadores eran Diego, Andrea, Lorena, Héctor, Miguel Ángel, Macarena, Álex, Enrique y Laura. Eran los que les contaban a los campistas lo que tenían que hacer para respetar el bosque.
Y poco a poco, su trabajo fue siendo un éxito.
Las hadas ya estaban tranquilas porque habían cumplido su misión, y fueron a su casa, para ver cómo estaba su hermana Cleta. Su alegría fue muy, muy grande cuando vieron a su hermana sentada en la puerta del hongo riéndose a carcajada limpia con los chistes que le estaba contando el señor Conejo.
Las hadas le dieron las gracias por haber cuidado tan bien a Cleta. Y le contaron todas las aventuras que tuvieron. El señor Conejo fue a contar todo lo que sabía a sus hermanos los animales. ¡Y celebraron la mayor fiesta que se había dado en el bosque!

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