domingo, abril 16, 2006

JUICIO DE PAREJAS

Se llama JUCIO DE PAREJAS y es un programa que se puede ver sintonizando LA SEXTA, emisora que incorporada recientemente a la “cuadrilla” de canales estatales de televisión. Y, si lo que he visto hasta ahora de esta proposición de entretenimiento ni me va ni me viene puesto que supone más de lo que ya hay y no mejor- a la programación me refiero- la citada marca que es acertado incluir en el grupo de lo que se conoce como TELEREALIDAD, habla bien a las claras de lo que es el problema inmobiliario. Las productoras encuentran, como los ciudadanos particulares, grandes dificultades cuando pretenden conseguir espacios útiles dónde ubicar a profesionales y máquinas a precios algo razonables. Y, claro, sobre todo en un principio, hasta que de la “tarta publicitaria” logren el tramo que creen necesario para hacer rentable el negocio, arman los estudios en cubos y contenedores de la basura. Sólo así se entiende el exhibicionista y profundamente estúpido ejercicio de someterse al interrogatorio efectuado por la presentadora de turno y a la opinión de un grupo de personas, a las que llaman “jurado”, y que deciden dar la razón a uno u otro de los demandantes tras cinco minutos de deliberación. Éstos, los que dirimen un conflicto de pareja en público ponen rostro a la incapacidad para acordar algo por sí solitos y, aunque yo no lo he visto ni es probable que así sea porque la cosa no me interesa, ocurrirá que hay que aumentar la dosis de morbo y escándalo si los regidores de tal televisión- entre ellos el famoso miembro de la saga Aragón, MILIQUITO- quieren aumentar audiencia: tal y como es no supera en nada a otras fórmulas consolidadas y similares que están en mente de todos. Sin embargo, todo esto me retrotrae sobre algo que no es exclusivo de la televisión. En internet se da mucho la costumbre plañidera de airear las dificultades personales en el amor, con la familia, los amigos, el trabajo, los estudios y no es cosa de adolescentes inmaduros como muchas veces se piensa. Existe un prurito social y general, por mostrarse y mostrar lo que tenga que ver con uno bien a la vista de todos en la tele- quizás por la gloria de unos codiciadísimos momentos de fama remunerados o no- o, de manera en principio anónima- luego ya no, porque los participantes o seguidores de tal “religión” hacen comunidad- tras el parapeto de DIARIO en la Red de redes. En el pasado, los diarios eran algo personal y vetado a casi cualquier otro ser humano, pero, como decía la zarzuela famosa, los tiempos adelantan que es una barbaridad, así que las cosas ya no son las que eran aunque no parezca un adelanto. Tanto es así que me pregunto cómo vivirían nuestros abuelos y tatarabuelos sin poder enseñar el culo en público o relatar a otros como eran sus posaderas y la respuesta no me lleva a ningún sitio tranquilizador, lo confieso... Sea como fuere, malos tiempos para la lírica.

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