lunes, abril 03, 2006

MERCHANDISING

Parece que los intereses comerciales que dominan los programas informativos de las televisiones, respondían hoy al acuerdo de difundir el estudio que una empresa dedicada al encuentro entre seres humanos con fines amorosos presentaba. Según la estadística a la que aludo, muchos son los ciudadanos que eligen el matrimonio como proyecto de futuro para sus relaciones y, entre estos, también un número notabilísimo afirma que, ya que hay que casarse, que sea a lo grande, por la Iglesia... Eso me lleva a pensar que, si los republicanos que hay en España obran al fin- o lo harán- como hacen los ateos- porque entre los partidarios de contraer nupcias ante los altares forzosamente debe haber muchos no solo no practicantes, sino de los que niegan a voz en grito y con sumo desprecio la existencia de Dios- la monarquía no debe preocuparse en el futuro por el hecho de tener o no una buena “parroquia”. Sin embargo, todo esto viene a cuento, así mismo, de las celebraciones oficiadas con motivo del tiempo que hace- un año- murió el anterior Papa, Juan Pablo II. Las imágenes de televisión y fotografías de prensa abundaban en algo ya conocido: el tremendo negocio que se hace con los recuerdos, estampas, y demás abalorios que se ponen a la venta cerca de cualquier lugar con solera religiosa. Y ahora que llegan la temporada de comuniones y bodas, fotógrafos, empresas de imagen, de bisutería e imprentas, por ejemplo, entre álbumes, vídeos- o filmaciones en cualquier otro soporte-, dulces, figuritas, recordatorios etcétera, hacen su agosto. Los que rigen el negocio de la música, del cine, o del deporte saben muy bien que, además
de los beneficios que genera la actividad principal de sus “empleados”, la demanda de ropa, artículos electrónicos, material de escritorio, lo que sea, convertido en soporte de la imagen que se idolatra, resulta económicamente una mina, un filón interminable mientras el “santificado” se mantengan sobre su pedestal. Creo que en inglés a esta forma de proceder, de hacer tratos mediante la venta de este particular tipo de género, se le llama MERCHANDISING y, según a mí me parece, no es otra cosa que satisfacer la inexplicable tendencia que tienen hombres y mujeres a comprar objetos inservibles cuyo valor se aproxima más a la tenencia de una reliquia que a otra utilidad o bien superior. ¿Y por qué es tan acusado el impulso que nos mueve a tener estampas e iconos ante los que reaccionamos con un sagrado fervor a menudo comparable al que se tiene por las vírgenes y santos? ¿Por qué, si los templos están habitualmente a media entrada o decreciendo, según se dice, cuando llega la Semana Santa, por ejemplo, durante las procesiones, las gentes abarrotan las calles y dan muestras de sentida emoción a pesar de haberse olvidado el resto del año de lo que tales actos pueden significar?... Yo no tengo respuestas aunque me parece todo es una muestra más de lo poco que se puede esperar de la sociedad y el ser humano en general. Somos tontos y falsos, no cabe la menor duda.

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