lunes, abril 10, 2006

GOYA TOLEDO

Son muchas las personas que desayunan a la vez que leen el periódico. Ella, la otra Goya Toledo, comienza el lunes catorce de noviembre de dos mil cinco mojando una tostada en el café, mientras hojea La Razón. En la penúltima página del periódico, luego de comprobar que la programación televisiva de ese día carece de contenidos interesantes, como casi siempre, lee en "A la Contra", el diálogo que mantiene Amilibia con la intérprete de Somne. Hablan de la película, de psicología, de experimentos y de polémicos episodios del futuro que ya son presente: “Me aterra que se pueda manipular el comportamiento humano”, dice la entrevistada. El periodista persevera: “Y la clonación, imagino”. Y ella de nuevo: “Sí, pienso que otra Goya Toledo llama a mi puerta y me dan escalofríos”...


La otra Goya Toledo se estira, traga el último pedazo de tostada, se pone en pie y dirigiéndose a un invisible contertulio demanda respuestas diciendo: “Si ella entiende el pánico tal y como declara, ¿estará de acuerdo conmigo en considerar, obra del mal mismo, que sea yo quien decida hacerle una visita?...


Sonríe, guarda silencio y, convencida de su resolución, se dispone a telefonear. Si consigue las señas de la actriz en la que está pensando, tal vez atraviese el espejo para salir de dudas.

Ella, la auténtica, ni se figura que sus peores sueños estén a punto de hacerse realidad.

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