domingo, abril 02, 2006

QUE ME HAGA REÍR

Hace unos días, atento al televisor, compruebo que una de las cualidades estimada como fundamental por parte de gran número mujeres a la hora de valorar lo que podría ser su hombre prototipo, es que les haga reír. Inmediatamente colijo que CRUZ Y RAYA, LOS MORANCOS, FAEMINO Y CANSADO, PAJARES, MARICARMEN Y SUS MUÑECOS O CHIQUITO DE LA CALZADA son patrones a los que emular si se aspira, como varón, a oportunidades románticas de parte de la mujer. Es por lo menos una opinión que predomina en las consultadas cuando han de responder frente a un micrófono. Por otra parte, mientras entretenía algún tiempo de la tarde del domingo en encontrar determinadas informaciones mediante los oficios electrónicos del SEÑOR GOOGLE, un grupo de cuatro ciudadanas, encantadas de pregonar a voz en grito todo tipo de asuntos propios, desde lo puramente banal a lo celosamente íntimo, intercambiaban pareceres acerca de: ¿las vicisitudes de su labor profesional o de sus estudios? ¿De los problemas sociales que acucian en su barrio, ciudad, territorio regional o estatal, quizás en el continente o en el planeta? ¿De las ocasiones culturales que serían de desear, aquellas actividades en las que participan o en las que querrían estar ocupadas? ¿De la moda, la familia, la educación, la naturaleza?... No, no, no... Como pertenecían a una rama que prefiere los locales cerrados para beber y rozarse en vez de "enmerdar" los parques y fastidiar a los vecinos, en el decorado de sus comentarios el ruido máquina de baile, las copas de diseño y la comunión sudorosa entre humanos, tenía su razón de ser exclusiva. Y la confidencia o confidencias que conocí, como para hacer un relato a lo CORÍN TELLADO por entregas- pulpa de ventrílocuo cardiaco donde las tragedias, enfrentamientos, disputas y todo tipo de caracteres propios del folletín antes dicho- seguros ingredientes de cualquier CULEBRÓN de fama. Así pues los diálogos versaban sobre los lances de la seducción, conquista, apropiación y desengaños, que durante sus tribulaciones denomina el ser humano duelo amoroso. Probablemente ellos las habrían conquistado con una apariencia feliz e indisimulado oficio farandulero hasta que los chistes dejaron de tener gracia. Deben ser estas personas, ellas y ellos, de aquellas obsesionadas con el amor y, precisamente por ser así, abocadas o deambular eternamente en su busca. Porque digo del amor en pareja, que las posibilidades del AMOR, como parte sobresaliente, no única, de la vida, son innumerables y se olvidan al ceder un plato de lentejas por el suspiro que se pretende sin fin a la luz de la luna. Todos tenemos un deber de amor con nosotros y con la vida como parte indisociable de toda otro posible trato y caer en una fascinación adictiva, sea la que fuere, es la negación del bien que anhelamos. Amar, claro: presente de indicativo, pero sin olvidar que también es amor, amor por el que hay que estar, el gusto de tomar unas olivas a la vez que se contempla el fin de la tarde. O uno de esos encuentros con personas de nuestra preferencia en las que las horas pasan sin hacer ruido porque no pueden interferir cuando se acuerda el arreglo del mundo desde la palabra. Y se me ocurren muchas otras cosas, muchas de las que a mí me gustan: cuántas no habrá entonces si cada persona es un universo, aunque escuchando lo que les preocupa no lo parezca.

No hay comentarios: