viernes, abril 14, 2006

FILIACIÓN DESCONOCIDA

Desconozco si ha sido así siempre, pero, de igual modo que las navidades comienzan a finales de diciembre o a primeros de octubre según se atienda al calendario o al Corte Inglés, Semana Santa, en cuanto a sus manifestaciones callejeras, digo de desfiles y concentraciones, se anticipa a los actos de toda la vida que yo creí sucedían, jueves, viernes, sábado y domingo. Es el haber desoído la llamada del Señor por sus caminos y la falta de cultura que tengo en cuanto a estas celebraciones. No soy religioso ni conecto con la sensibilidad de los que, sin serlo habitualmente, gustan de las tradiciones y sus formas o, siempre admiradores del arte y sus iconos, participan y acuden a los grades y pequeños centros de culto donde acontecen procesiones y oficios por estas fechas. Y encuentro que esta es una de las varias expresiones humanas cuya ejecución ni despierta mi interés ni, llegado el caso de asistir a lo que correspondiera, me emociona. Comprendo que haya personas a las que sí, como decía por motivos de fe o atentos al espectáculo y valor artístico, personas que no sólo sienten agrado sino verdadera predilección y necesidad. Y esto me hace pensar en aquellas cosas que soy incapaz de comprender. Me pasa con la pirotecnia en general por no decir el amor a la pólvora y los mil modos de armar ruido prendiéndola. Me pasa con los automóviles y las motos, artefactos a los que sé útiles pero difícilmente hasta el punto de considerarlos objetos de adoración y más, como sucede para gran mayoría de los que poseen uno. Me pasa con los toros, reunión de los que consienten la muerte injustificada de animales para muchos- a mí el aspecto sangriento y público de “La Fiesta” me parece un acto morboso al que tan poco encuentro sentido- lances que me mueven a la nada por más que haya intentado descubrir esa exaltación y gloria estética de la que hablan los que pagarían lo que fuera por entrar a una plaza en día de feria. Me pasa con la pasión deportiva y la alteración entusiasta de los seguidores de un club o atleta: nunca me producirá sino cierta perplejidad ver a centenares de personas aullando como festivos o malhumorados lobos proclamando los triunfos o su derecho a ellos de los citados héroes. Y la cuestión es que me temo que dejo de apreciar muchas cosas generalmente tenidas por excelentes, como si en mí hubieran quedado anuladas las respuestas elementales para tales o cuales fenómenos, las hubiera perdido durante el paso de los años o, por efectos de tara educativa o incapacidad adaptativa propia, nunca hubiera desarrollado la posibilidad de interpretar todos esos mundos. Cuando hago balance de todas estas limitaciones mías, algunas más de las dichas, por cierto, tengo la sensación de ser como Clarck Kent, con unos padres que no me engendraron, pero sin sus poderes: ¿seré en verdad, como tantas veces he pensado, un extraterrestre?.

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